domingo, 7 de noviembre de 2010

7 de noviembre de 1970- Cuando Monzón tocó el cielo con los puños


El reloj marca 1:40 del 12º round. Nino Benvenuti tiene la pelea más que complicada ante el voraz retador argentino. El campeón recibe un fuerte derechazo que lo hace retroceder. Casi obligado, hace uno, dos, siete pasos hacia atrás y se resguarda en su rincón. Carlos Monzón lo tiene a su merced, le mete un 1-2 fulminante, el italiano se desploma y la cuenta súbita de 10 anuncia un nuevo campeón mundial.

Sucedió el 7 de noviembre de 1970. Se cumplen 40 años de la epopeya en el Palazzo dello Sport de Roma. Allí, el púgil santafecino, que era entrenado por el gran Amilcar Brusa y apadrinado por Juan Carlos Lectoure, decidió aceptar el reto e iniciar su puesta a punto.

"Lo de Monzón era algo especial, porque fumaba una barbaridad y tenía muchos vicios. Pero 30 días antes de cada pelea, el tipo cortaba todo, se encerraba en el gimnasio y se preparaba con todo. Sin embargo, casi nadie esperaba que ganara. El fue a Italia a perder", recuerda el periodista Carlos Losauro, ex Jefe de la sección Deportes de La Nación . Losauro agrega: "Antes de que viajara, cuando él peleaba en el Luna Park, el estadio estaba semivacío. Porque a mi entender, él era un boxeador del montón, pero con una pegada tremenda".

Contra los pronósticos, el santafecino le dio una lección de boxeo a Benvenuti y lo noqueó cuando promediaba el 12º round, con un derechazo que se dejó para siempre una huella en la historia grande del deporte argentino y mundial. Aquel certero golpe cambió la vida de Monzón para siempre. Porque mientras el día de la despedida en Ezeiza sólo unos pocos amigos lo despedían (humildemente declaró: "Mejor que sean pocos, así puedo abrazarlos a todos"), a su regreso se convirtió en furor. "Desde que volvió con el título todo cambió, al punto de que cada vez que peleaba Carlos se paralizaba el país, y las entradas volaban en pocas horas", rememora Losauro.

Luego de la consagración en Roma, el púgil santafecino inició un camino de 14 defensas consecutivas del título mediano, récord igualado recién en 2001 por el estadounidense Bernard Hopkins, y recién superado el 20 de septiembre de 2008 por otro argentino, Omar Narváez, que ya lleva 16 con su título mosca de la OMB.

Ni su ajetreada vida extradeportiva, ni su drama con Alicia Muñiz en Mar del Plata, en 1988, ni su posterior vida en prisión, ni su trágica muerte en una ruta ocurrida hace 15 años y medio podrán poner en duda sus enormes condiciones como boxeador, aún cuando éstas sean las causas de su triste final.

Porque ese momento en el cual la derecha de Monzón se clava en el rostro de Benvenuti es una de las postales más destacadas de la historia del deporte argentino, y se hace cada vez más grande con el correr de los años, aún cuando ya sean cuatro las décadas que cumple ese instante sublime.

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